Trilogía de las malas semillas (I)

7.7.09

Me acuerdo de Nick Cave tras una conversación sobre la muerte. Nick Cave, que en algún momento se convirtió en una especie de clásico, caso raro en una época sin clásicos. Más raro aún teniendo en cuenta el cariño que durante casi toda su vida ha prodigado el amigo a semejante concepto. Un cariño escaso, digamos. Empezó haciendo punk sórdido, obsesivo, sexy de tan guarro. Más tarde supo darle a su música un toque arty, sofisticado, pero sabiendo que el rock, el buen rock, o hace vibrar o no es.

Hay experimentos fabulosos, pero Nick Cave, ya digo, está a otra cosa. Él se pone bruto o se pone romántico: vamos a dejarnos de gaitas, imagino que pensará. The boatman's call, para mí su gran obra en modo clásico, es la que más me gusta de todas las suyas, y sin embargo no es la que más escucho: es Let love in, un disco extraño (de transición, como dice el libro de estilo que se dice), a caballo entre el macarra de los años australianos, el tipo jodido y yonqui de The Birthday Party, y el jefe serio de los Bad Seeds, el hombre que sale a tocar invariablemente en traje y busca casi con deseperación a Dios en las letras de sus canciones. Un disco bruto y romántico, por una vez.

Y en él se incluye este llanto rabioso, esta canción bastante funeraria.



Ciclotimia Way of Life (la alegría de la huerta)

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