Agosto

31.7.09

El pueblo de por sí ya era melancólico. No tenía gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde vivían los obreros, varios melocotoneros, una iglesia de dos vidrieras de colores y una miserable calle principal que no mediría más de cien metros (…) El pueblo era solitario, triste; estaba perdido y olvidado del resto del mundo. Esas tardes de agosto… Después de subir y bajar por la calle principal, ya no se sabía que hacer, en todo caso, ir hasta la carretera de Fork Falls para ver la cuerda de presos.

Extracto de La balada del café triste
Carson McCullers, 1951



Mariquilla Hura Hura (de vacaciones)

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