Calcetines ejecutivos

2.9.09

The Flight of The Conchords son un par de cómicos neozelandeses, Jemaine Clement y Brett McKenzie, que además de gracia tienen buen oído. HBO, ya sabéis, ese canal por cable casi idílico a pesar del coñazo periódico al que lo somete Carlos El Cine Que No Entiendo Es Una Bola De Pus Boyero, emitió una serie llamada igual que la parejita de marras.

Ambos, Clement y McKenzie, interpretan a un dúo pop neozelandés que da por fin el salto a Estados Unidos, donde quemarán todos sus cartuchos en el irritante mundo del show business. Y de paso, tendrán que vérselas con múltiples diferencias culturales, pero fundamentalmente consigo mismos. Torpes y soñadores, los dos pasan las de Caín no sólo para poder dar un penoso concierto en un local de tres al cuarto, sino también para las situaciones más elementales del día a día.

Ellos son por supuesto ligeramente patéticos, pero es que ni siquiera la grandeza de sus desafíos los hace al menos un poco más dignos: como alguien escribió por ahí, más que conseguir el Verdadero Amor o integrarse activamente en la sociedad neoyorquina, su problema es directamente encontrar a una mujer que les dirija la palabra o que el portero de su edificio los salude de una puñetera vez. Lo que sí les absuelve en cambio es el sentido del humor, que derrochan en las canciones que irrumpen en la trama cada vez que uno de ellos se evade de la realidad y se permite el modesto consuelo de imaginar.

Las canciones son además por lo general muy potables y algunas, bastante buenas, y todas están plagadas de guiños y homenajes a todo tipo de géneros: en una parodian tres etapas distintas de Bowie (tres, y con mucho garbo); en otra, escuela Belle & Sebastian aprox., bonita y contagiosa, aparece un coro formado por todas sus ex novias, y así. Incluso se permiten una aportación capital a la música popular: introducir un solo novedoso y con sentido. Pero el hitazo, el hitazo es éste.



Ciclotimia Way of Life

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