Proust-rock (tres magdalenas)

1.10.09

Entras a una peculiar y minúscula tienda de discos, en rigor un piso estrecho petado de estanterías y un par de mesas de oficina, en la calle entonces llamada Doctor Letamendi. Un empleado te recomienda un disco. Lo pones allí, porque lo puedes escuchar las veces que te dé la gana antes de comprarlo o no. Descubres por fin el post-rock, etiqueta fetiche entre las etiquetas de las revistas de entonces. El empleado te enseña un tatuaje que lleva en su espalda con las letras o garabatos (lo que sea) que viene en la portada. La forma más persuasiva en que te han recomendado un disco, sin duda.

Estás escuchando una canción, en adelante una de tus favorita del grupo y también del género o la etiqueta (lo que sea). Su ambiente no invita a los recuerdos luminosos, pero a ti se te vienen varios al leer el título. “Moya”, qué bueno, el que regateaba tanto, ése al que gritaban cuando se iba por defecto al banderín como un robot programado y un poco inútil, tantas veces visto en el Gol Sur con tu abono baratito de juvenil junto a tu amigo, muy pesado con sus peroratas de Clarividente del Fútbol, lo que no evitaba que siempre acabara yendo él por la cocacola y tú tratando de nuevo en vano de identificar a tu padre entre uno de aquellos puntitos que se movían como hormigas en Preferencia.

Compañeros de piso jugando al golf en el ordenador, narcóticas voces de fondo. Tú en el sofá azul marino con estampado de flores, en frente el piano de pared estropeado que tocamos algunas veces al llegar borrachos por la noche, al fondo la minitele Rimini, el cenicero en una de las sillas de salón con pretensiones medio rota ya, arrumbada allí por los dueños de piso, maestros incomprendidos de la decoración y el reciclaje.



Ciclotimia Way of Life (post-proust) (¿mande?)

0 comentarios: